miércoles, abril 20, 2005

Habemus facha

Una de las grandes noticias de ayer, hay nuevo Papa. Fue curioso ir caminando hacia casa por una céntrica calle de la capi y oir las campanas de todas las iglesias tañendo por el nuevo superpárroco. Y al final a salido Joseph Ratzinger, que al parecer es del Opus Dei y que endurecerá la actuación de la Iglesia en todos esos temas éticos que los opusdeistas conocen a fondo. Vamos, que si por el fuera todos a parir como conejos, a torturarnos con el cilicio (esa cuerdecita con pinchos que usan los del Opus) y los de África a exterminarse en masa sin el condón. Y mira que llevaba yo ya tiempo diciendolo: "hey, el próximo Papa va a ser del Opus", y al final era cierto, y eso que siempre me toman por un iluminado. En fin, que parece que esto a los no católicos no nos debería incubir, pero supongo que estas cosas afectan a toda la humanidad. A mi que me excomulguen.

En las nubes

Ayer fui a visitar a mi profe de Novela Contemporánea. Su despacho está en la Facultad de Filosofía y Letras B. Es un edificio enorme lleno de despachos que domina aquella parte del campus, y yo nunca había estado dentro. Tomé el ascensor y al llegar al décimo piso, donde se encuentra el despacho, me quedé impresionado por las vistas que había desde aquellos ventanales. La mujer no estaba allí, así que espere, me eché tranquilamente un cigarrito mirando por la ventana. Es una perspectiva extraña la que se tiene desde allí, se ve la ciudad por su orilla occidental: allí estaba el Faro de Moncloa, y más allá los edificios de Plaza de España y luego el Palacio Real y la Almudena y siguiendo una línea todas esas tierras desconocidas del sur, Puerta del Angel, Aluche... Pero lo que más se veía era la Casa de Campo, qué parque tan inmenso. Podrías perderte en el toda la vida, o -perdonen el chiste fácil- todas las noches. Pero lo más impactante fue cielo, tan inmenso y tan plano, cubierto uniformemente de nubecitas parcialmente iluminadas por el sol que parecían de mentira, de realidad virtual. Estaba yo tan alto que parecía que las bandadas de pájaros se iban a estrellar contra la ventana.
Finalmente la profe no llegó. Supongo que como son literatos piensan que pueden estar en las nubes -sobretodo en esos despachos estratosféricos. Pero no me importó, hice el camino de vuelta muy contento: nunca había visto un cielo tan grande.

Haciendo poemas

Innata mi facilidad para los malos poemas:
me basta sentarme acurrucado en una esquina de la habitación
con un boli, mi pequeño cuaderno azul
y el pecho malherido.

Y cada cinco minutos cago una perla.

jueves, abril 07, 2005

Yo, la Corín Tellado Punk!

Pues parece que mi último escrito, el comunicado 96, titulado Escepticismo, ha tenido una acogida sin precedentes, a juzgar por el número de respuestas y felicitaciones que he recibido. Gracias a todos y todas. Tal vez sea porque hacía meses que la musa me había abandonado y no escribía nada, dicen que la espera aumenta el deseo y que mejor no repetirse. He de reconocer, de todas maneras, que la cosa quedó tierna y bonita, aunque -como buen autor- no estoy contento del todo por ciertos detalles que no voy a comentar -simplemente para que nadie se fije en ellos.

Con motivo del comunicado numero 100, que ya asoma las orejas en la lontananza, espero recopilar los - a mi juicio- mejores escritos que he producido y recopilarlos en un libro que fotocopiaré y encuadernaré en una de las mejores y más prestigosas fotocopiadoras de España (a falta de editorial...). Echando un vistazo a lo que tengo seleccionado me doy cuenta de que la temática cursi y amorosa predomina poderosamente. Un día G. me dijo -con sus nervios habituales y su voz aguardentosa- que debía de sacar mis textos de la cama (sic) , en aquel momento pensé que quizás debiera hacerle caso, pero lo cierto es que un escritor no debe renunciar nunca a su tema. ¿Lo hizo Neruda? ¿Lo hizo Kafka? ¿Lo hizo Primo Levi? ¿Lo voy a hacer yo? La respuesta es no. Teniendo estilo propio y tema, ¿qué más se puede pedir? Así que seguiré en mis trece escribiendo lo que se me ocurra, siendo , en cierta manera, una Corín Tellado Punk!

martes, abril 05, 2005

¿Buena Fabada o Holocausto Fabil?

Ayer fue mi segundo intento con la fabada. Os recuerdo que hace unas semanas mi madre, en su visita a la capi, me trajo tres fabada-packs, esas cajitas que venden en las tiendas de productos asturianos y que contienen, envasadas al vacío, un montón de fabes y el compango (chorizo, morcilla y esa otra cosa que no se muy bien qué es, ¿jamón?). Pues bien, en el primer intento puse las fabes a remojo la noche anterior, como mandan los cánones y al día siguiente lo cociné todo junto y revuelto en la olla express (no pienso perder tres horas en hacer una fabada en la olla convencional, soy un hombrecito ocupado). Resultó que la fabada quedó aguada, las alubias perdieron la cáscara y algunas estaban duras y, como había echado dos chorizos, el potaje tenía un sabor demasiado fuerte y salado. Cómo son los colegas cuando les haces de comer... estaban todos -mis compis de piso- comiendo aquello en el salón con cara de asco e, hipócritamente, alabando las virtudes de mi cocina. En fin...
Ayer me levante tarde, perdí algunas horas de clase y para alegrarme el día, para tener conciencia de haber hecho algo útil con el tiempo decidí poner la lavadora, comprar papel higiénico y productos de limpieza y cocinar mucho: la Ensalada Imperial Txetxi y una Buena Fabada. Mi Ensalada Imperial no tiene ninguna ciencia más que juntar los exóticos ingredientes que elijo en estado de trance místico (tiene arroz y cosas chinas) y la correcta mezcla de aceite y vinagre (mi madre dice que tengo un talento innato para aliñar, tal vez mi único don).
Con el tema de la fabada estaba un poco acojonado. No había puesto las habas remojo pero me dio igual, tomé esta actitud punk y lo eché todo otra vez en el olla, pero esta vez con un poco de cebolla (como me aconsejó mamá), menos sal, menos agua y un solo chorizo. Después de 16 minutos (como aconsejan las instrucciones de la olla para la fabada) abrí el artefacto con cuidado (las ollas express dan miedo) y aquello que vi dentro no era una fabada, sino un holocausto fabil. Más bien parecía una fosa común de fabes, algunas destrozadas, sin nada de agua, rígidas, como muertas. "Horror", exclamé mordiendome el puño (bueno, dijé "me cago en la puta", eso de "horror" suena un poco cursi); y muy enfadado volví a poner la olla otros 16 minutos, por mis santos cojones. Y aunque no albergaba ninguna esperanza de recuperar aquel mejunge, cuando lo volví a mirar encontré una deliciosa y perfecta fabada; era, diría yo, hasta hermosa.
Fíjense en como siguiendo la propia intuición e ignorando los consejos estereotipados -ponlas a remojo, cocínalas este tiempo...- uno puede conseguir los objetivos más elevados, como hacer platos de cuchara, por ejemplo. Es una especie de comunión cósmica: tu pide que el universo proverá. Pero nunca hay que perder la esperanza.