viernes, abril 27, 2007

Premio Booket

En teoría gané, pues, según me explicaron muy amablemente los editores y miembros del jurado después del fallo –nunca un fallo fue tan fallo-, conseguir llegar a finalista después de una compleja selección de entre 508 originales presentados a concurso y publicar mi relato en un libro de 40.000 ejemplares de tirada que se distribuirá gratuitamente por los cortes ingleses de toda la piel de toro ya es un premio importante. Sí, claro, asentí poniendo la mejor sonrisa que pude inventar. El premio gordo, el millón de pesetas, la gloria y la fama de las entrevistas con la prensa, el champán, las prostitutas de lujo y la cocaína -¿era así, no?-, se lo llevó un tipo que me cayó bien, un murciano, ya ven, que al parecer escribió un cuento muy moderno que aún no he leído sobre pistolas, internet y cosas de esas. Nos dieron de comer, al menos, en el Círculo de Bellas Artes, en una sala con unas vistas espectaculares a la urbe, donde comprobé una vez más, sumido como ando últimamente en eventos culturales donde despilfarran la comida y la bebida, que los presupuestos de cultura en este país se dedican casi íntegramente a alimentar y emborrachar a los artistas muertos de hambre, cosa que, por otro lado, me parece estupendo. Solo falta que nos repartan la droga. Allí sentado, con tres copas delante y cientos de cubiertos diferentes, preparando ya en mi cabeza mi discurso de ganador, recibí la noticia de que conservaba mi estatus de mero finalista. Estuve por levantarme y gritar señalando con el dedo al secretario del jurado, trampa, esto está amañado. Pero qué dices capullo, si ni siquiera has podido leer el resto de los relatos, me diría él, haciendo un gesto a los hombres de seguridad. Ya, respondería yo orgulloso y desafiante, pero está amañado, lo sé. No me quedó otro remedio que comer, callar y tomármelo con filosofía, al fin y al cabo si no me hubiera puteado no sería un verdadero creador y todo eso. El almuerzo fue correcto pero no exuberante, lo más notable el rollo de carne relleno de ciruela. Creo que me sentó un poco mal.


Y a ustedes... A ustedes les deseo mejor.

Gracias

lunes, abril 23, 2007

Poética



Lo fundamental es el lenguaje, la palabras que habitamos como habitan las ramas las ardillas o moran las lombrices los tubos digestivos, lo importante es la sintaxis contundente y la audacia en el propósito, saber subordinar, conjugar, adjetivar, yuxtaponer, tomar las palabras con las manos desnudas y retorcerlas a tu antojo hasta el absurdo, deformarlas, tratarlas con desdén o con cariño, eso depende, doblarlas hasta la fractura, forzarlas, violarlas, sacarles jugo y brillo como a una lámpara maravillosa. Hay que follarse a los cerebros, hay que utilizar el lenguaje como polla, hay que correrse en los oídos de los otros, hacer pasar los susurrantes sonidos silábicos suavemente a través del cerumen que tapona las orejas; lo fundamental y lo primero es rascar el corazón como rasca la mano sabia las cuerdas de una guitarra y después de esto ya veremos lo que hacemos con la boca y con los sesos.

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En la imagen el Autor resplandeciente en estados alterados de conciencia ¡bang!

martes, abril 17, 2007

Al final, después de tanto tiempo,
tanta guerra y desconcierto,
vuelven a aflorar las cosas buenas,
quién lo iba a decir.

Aquella vez
-¿recuerdas?-
que montamos en la noria
y yo me mareaba,
tu sonrisa franca en primavera
delante de una fuente
donde siempre ibas
a mojar las manos,
las carreras entre flores
de colores
que acababan de estallar,
todo aquello:
la noche en que tu padre
nos pilló follando
en el trastero
y cómo nos reímos
de su cara
aunque después
te escociese
un poco
el culo.

No sé,
prefería más odiarte.

miércoles, abril 11, 2007

Tiro con arco

El tiro con arco es un buen deporte para los lisiados. Antes Jonás prefería correr: practicaba el atletismo profesional en varias de sus vertientes y todo el mundo estaba de acuerdo en que era la gran promesa del atletismo patrio. Desde que perdió la pierna Jonás practica a diario el tiro con arco. Llega a las cuatro al campo de tiro con su pierna ortopédica y tira toda la tarde. Coge una flecha, la coloca en el arco, tensa la cuerda y la flecha va a clavarse temblorosa en la diana. Coge otra flecha, la coloca en el arco, tensa la cuerda, y la flecha se vuelve a clavar con fuerza en la diana, muchos metros más allá. Luego, otra flecha. Y después otra. Así hasta que anochece. A veces Jonás cree ver la cara de aquel tipo en el diana.

Una noche del verano de 2004 Jonás está entrenando para el Campeonato Mundial de Atletismo, que se celebrará semanas después. Se dice que ésta será su gran oportunidad de saltar al estrellato y acapara la atención de todos los especialistas. Jonás corre por una carretera comarcal, como todas las noches, dándoles vueltas al asunto. Nada puede fallar. Entonces, un coche con las luces largas aparece a gran velocidad tras una curva y le arrolla. Jonás vuela por los aires impactado por el coche. Los daños ocasionados en su pierda derecha son irreparables, dicen los traumatólogos. El coche era conducido por un joven bajo los efectos del alcohol que es condenado a unos años de cárcel. No los suficientes, a juicio de Jonás, que asiste al Mundial de Atletismo en silla de ruedas.

Cuando el joven sale de la cárcel Jonás ya es gran tirador –ha tenido tiempo de practicar- y, por supuesto, se ha enterado de su dirección. La misma noche en que el joven regresa a su pueblo, Jonás también está allí. Le espera emboscado en la espesura de unos matorrales enfrente de la casa. Mientras el joven espera impaciente en la puerta a que sus padres le reciban, Jonás coge una flecha, la coloca en el arco y tensa la cuerda. Diana.

miércoles, abril 04, 2007

Venga va, poemas a pares

encajar la vida en los rígidos
esquemas del lenguaje
y a la realidad en el estrecho marco
de las leyes de la ciencia
bien podría denominarse
un proyecto

si supiéramos claro está
a qué nos referimos
cuando decimos realidad
o decimos vida

me basta esta música
esta noche este humo
esta luz amarilla
en una esquina

renuncio
no persigo
las más nobles ambiciones

me basta la certeza de tus manos

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Desde el principio tu cuerpo
estuvo mecanografiado de adioses.

Nunca supe darme cuenta.

Y dijo Dios: hágase la luz
y la luz se hizo,
revelando todos los significados.

Habló la sangre
habló la carne
y habló la piel.

(una puerta que se cierra,
el rumor sordo del frigorífico,
un pájaro muerto en la terraza)


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domingo, abril 01, 2007

Mamá, ¿pillamos pastis?

Volví a Asturias y Asturias estaba sucia, húmeda y mojada como una prostituta de trincheras.

Mamá vino a recogerme a la estación con su Hyundai Coupé deportivo amarillo lima-limón, y sin dejar las maletas en casa ni tomar resuello por un momento, surcamos la autopista en pos de la inauguración de la Ciudad de Cultura de la Laboral, un mastodóntico proyecto que transforma la antigua universidad Laboral de Gijón, a unos tres kilómetros de la urbe, en un centro de lo más vanguardista, bajo la inspiración de ciertas instituciones berlinesas y centroeuropeas. Mamá me había traído un jersey negro de cuello vuelto, pues se trataba de la fiesta de inauguración para los artistas –los políticos habían ido el día anterior- y nosotros, invitados en calidad de artistas y artistas a la sazón, debíamos parecer lo que éramos. Lo más impresionante del complejo es la arquitectura: con techos de kilómetros de altura, muros blancos gigantescos, extrañas estructuras industriales de otros tiempos, también los uniformes de los que allí trabajan, una especie de monos de taller mecánico en gris metalizado, ciertamente humillantes pero muy modernos. Disfruté de lo arriesgado de lo que allí se exponía, sobretodo tratándose de una provincia, aquello superaba con creces cualquier modernidad que haya visto últimamente por las salas de la capital. Lo más sonado y concurrido fue la muestra de arte en videojuegos y algunas instalaciones, todo esto antes, claro está, del lunch, que es lo que verdaderamente vertebra cualquier acto cultural que se precie y lo que todo el mundo espera impaciente: entonces se abandona la observación meditativa de lo expuesto y comienza el divertido juego: ¿Dónde está el Jamón Ibérico? La capacidad de las personas respetables para perder los papeles en un catering es casi tan pasmosa como la de las víctimas del terrorismo o la SGAE para dar esa mezcla de asco y de pena en cualquiera de sus actividades, aún así conseguimos nuestras buenas raciones de todo –había fabes con almejas y carne guisadina en plan diminuto y posmoderno- y bailamos, mamá y yo, el sorprendente techno inteligente que el dejota fue desmigando durante la noche. Mamá es una gran fan inconsciente de James Holden y la música de Border Community, -dan ganas de bailar, dijo la otra noche- así que lo pasamos bien moviendo tímidamente el cacas y golpeando el suelo con el pie al ritmo de los temazos, lamentablemente nadie baila de verdad en estos eventos. Por lo demás conocí a decenas de intelectuales y artistas provinciales: discutí sobre Wittgenstein y el misticismo con un psiquiatra barbudo y borracho, y sobre epistemología con un catedrático de estética con pajarita. Una mujer que presumía haber acabado con decenas de especuladores inmobiliarios –no sé cómo- me recitó un rap que había compuesto a ese respecto, resultó no tener flow. Un directivo de no sé qué asociación cultural me enseñó largamente a declamar, ante mi manifiesto desinterés, para mi lectura del día 7 de julio. Hubo muchas gafas de pasta, muchos viejos ilustres, mucha gente borracha, muchas jóvenes artistas que querían ser francesas. Y aunque todas las noches comienzan de forma diferente suelen acabar –si es que acaban- de la misma manera, mi mente nublada y mi cuerpo cocido dando vueltas en la cama.