martes, febrero 24, 2009

Unos señores opinan

Claro, hay que ir a los bares, a las tabernas, a las tascas, sobre todo si uno quiere inspirarse y coger el pulso a tus congéneres o a eso que siempre llamamos realidad o la calle. Hay que ir a un bareto cualquier tarde y pedir una cerveza y abrir un periódico o un libro que finges leer mientras estás atento a lo que allí se dice y se escucha. Esta misma tarde, mientras disfrutaba de una caña doble mal echada con olivas verdes, tuve la oportunidad de asistir como invitado incógnito a una de esas charlas entre señores muy curtidos de solysombra, de manos gruesas por el trabajo duro y con el rostro surcado por profundas arrugas negras. Esos borrachos que aún no lo están pero que, sin duda, acabarán estándolo en un rato. “Un español, si es verdaderamente español, es español nazca donde nazca”, dijo uno con barba. Los otros dos se opusieron –no podía ser de otra manera- con gritos incomprensibles, que es como suelen desarrollarse estos debates tabernarios. Respecto a la sentencia del barbudo, llámenla circunloquio, tautología o, simplemente, monstruo lógico con tres cabezas que no quiere decir nada. No entraré en el análisis de la proposición absurda y aberrante –que dejo a los lectores-, pero si diré que así son los nacionalismos: absurdos y aberrantes, girando obsesivamente siempre alrededor de conceptos tan evanescentes y etéreos como patria o nación. “Tienes que abrir tu mente”, dijo otro en un sorprendente arrebato de lucidez. Sí, habría que abrirlas con cascanueces y sacar con pinzas esos chirimbolos del pensamiento. Por lo demás, para patria, esos bares, esas barras, sobre todo, estas letras.

Luego hablaron del recientemente dimitido Sr. Bermejo, ministro de Justicia. A mí este caso me hace gracia porque se originó, aparte de la sonada huelga, en la afición del ministro a la caza. Por una vez en este país se oyeron comentarios muy feos –si exceptuamos a la muy vegetariana Doña Sofía-, incluso en su propio partido, con respecto a ese deporte rancio. Aunque el asunto de la montería fuese irrelevante, se vio por la opinión pública como algo antediluviana y aristocrático, cosa que debió alegrar a los defensores de los animales. Yo lo fui, y mucho, en mi época de fuerte militancia, aunque ahora ya no, y me alegro –no digo ya por la dimisión, sino por ese matiz anticinegético- como quien se alegra cuando toca el gordo de Navidad en el pueblo donde uno nació y en el que ya no vive. Salud.

8 comentarios:

la cónica dijo...

creo que está en las manos de los periodistas (sobre todo de los deportivos) ir metiendo cuñas subliminales para abrir las mentes... (suena un poco bestia, lo admito)

Anónimo dijo...

El arte cinegético lo llamó el sucesor. Hacia atrás, como los cangrejos.

giraluna dijo...

yo tampoco soy defensora acérrima acérrima fanática de los animales, pero la crítica ha adolecido de un énfasis político-partidista muy por encima de la condena de la caza. Un deporte???, que me parece horrible y aberrante, como la actitud de esos señores a los que tan bien describes y la idea tan absurda de patria o nación. El poder judicial es un poder independiente, sí, y las fotos del Sr. Bermejo muy desafortunadas, sin duda, pero encontrar placer en matar animales porque sí me parece casi una enfermedad.
Me encanta la imagen de abrir las cabeza con el rompenueces y sacar esos chirimbolos de los pensamientos.
Fdo: una fan, ( y si usted termina siendo un prestigioso columnista? se imagina?, aunque todavía usted es muy jovencillo. :P
La reina es vegetariana, sí, pero no puede opinar, txe, excepto cuando ella quiera. No lo sabías?
La hipocresía al poder.

kay dijo...

Me encanta tu reflexión. Y me encanta lo visual, profundo y enriquecedor que es tu texto.
Simplemente genial

. dijo...

Ays, lo que es la vida.

Adolfo González dijo...

Te he leído siempre sin decirte nada, pero la verdad es que da gusto hacerlo, paisano.

Mar dijo...

Todo es extraño. Quizás esos hombres que conversan, antes de tener la piel curtida fueron grandes defensores de los animales... o quizás no, hay personas que nacen y no se hacen, que ya son así.

Anónimo dijo...

Salud!